domingo, 29 de diciembre de 2013

EL ÁRBOL DE LA MENTIRA

Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una
vez y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy
inquieta, le propuso a la Verdad que plantaran un árbol,
para que les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días más
calurosos. La Verdad, que es limpia e inocente, que no tiene doblez y
se conforma con poco, aceptó la propuesta.
Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso, la
Mentira, que es una tramposa y busca siempre salirse con la suya,
propuso a la Verdad que se lo repartieran entre las dos, cosa que
agradó a la Verdad.
Así la Mentira le dio a entender con razonamientos muy bellos y
bien construidos a la Verdad que la raíz mantiene al árbol, le da vida
y, por ello, es la mejor parte y la de mayor provecho. Aconsejó a la
Verdad que se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En
tanto, ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir y
vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, pues
estarían a merced de los hombres, que podrían cortarlas o pisarlas,
cosa que también podrían hacer los animales y las aves. Además, le
dijo que los grandes calores podrían secarlas, y quemarlas los grandes
fríos; por el contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.
Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante
crédula, muy confiada y no tiene malicia alguna, se dejó convencer
por su compañera la Mentira; por tanto creyó que era verdad lo que le
decía.
La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban las
raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció encima de la
tierra, con los hombres y los demás seres vivos.
Y como la Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó
la admiración de la gente, porque su árbol comenzó a crecer y a echar
grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también nacieron en
el árbol flores muy hermosas, de muchos colores. Mas lo
verdaderamente singular, es que en la rama más retorcida de eseárbol, nació un niño de madera, de ojos abiertos y sorprendentes, con
la nariz larga y puntiaguda, que todos llamaron Pinocho.
Al ver un árbol tan
hermoso, muchas personas
empezaron a reunirse
junto a él muy contentas;
gozaban de su sombra y
de sus flores; la mayoría
de la gente permanecía
allí, e incluso quienes
vivían lejos se
recomendaban el árbol de
la Mentira por poder
disfrutar de la simpatía
del muñeco Pinocho y de
la alegría, sosiego y
sombra fresca del árbol.
Así, la Mentira se
sentía muy honrada y era
muy considerada por
quienes buscaban siempre su compañía. De esta forma, cuando alguien
mentía, todos aplaudían divertidos; y Pinocho bailaba dando brincos
de felicidad porque la mentira había triunfado sobre la tierra. Incluso
él se permitía de vez en cuando mentir a sus amigos, aunque su nariz
de madera creciera y creciera cada vez que esto sucedía. Al que menos
se acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo despreciaban, e
incluso él mismo se sentía diferente a los demás por no saber mentir.
Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy
feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo
la tierra, sin que nadie supiera de ella ni quisiera ir a
buscarla. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse,
sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó
tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer
y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la
Mentira. Aunque el árbol tenía ramas gruesas, hojas muy
anchas que daban mucha sombra y flores de colores muy alegres, antes
de que llegase a dar su fruto fueron cortadas todas sus raíces, pues
tuvo que comérselas la Verdad.
- 3 -
Cuando las raíces desaparecieron, la Mentira estaba a la
sombra de su árbol con todas las personas que aprendían sus
artimañas, se levantó viento y movió el árbol que, como no
tenía raíces, muy fácilmente cayó derribado sobre la Mentira,
a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus
acompañantes, quienes resultaron malheridos.
Pinocho daba muestras de dolor sintiendo una de sus piernas
lastimadas y su nariz partida y sonrojada. Lloraba y lloraba el muñeco
de madera, no dando crédito a lo que
le había sucedido al árbol y a su desdichada
compañera, la Mentira.
Entonces, por el vacío que
había dejado el tronco, salió la Verdad,
que estaba escondida, y cuando
llegó a la superficie vio que la Mentira
y todos los que la acompañaban
estaban muy maltrechos. Habían
recibido gran daño por haber seguido
el camino de la Mentira.
Mostrando abiertamente su túnica blanca y su larga melena de
luz dorada, la Verdad dijo a todos los que allí lloraban lastimados:
«Queridos amigos: este dolor que padecéis es fruto de vuestro miedo a
mi, la Verdad. Es por eso que habéis descansado bajo un árbol que
nunca tuvo las raíces fuertes y sanas. Nunca mintáis, aunque sintáis
que la Verdad os cueste asumir. Así siempre mantendréis limpia y
saludable a vuestra alma. Cada vez que hagáis honor a la Verdad, yo
os abrazaré y os otorgaré la luz de la Vida».
Oyendo estas palabras, Pinocho se acercó a la Verdad, tímido y
todavía lastimado. Abriendo sus brazos la abrazó confiando, sintiendo
la ternura y la luz que abría su manto resplandeciente.
«Ya no mentiré más», se dijo con fuerza. Y mientras la luz de la
Verdad vibraba en su corazón, sintió que las magulladuras de su
cuerpo sanaban y que la tiesa madera pasaba a ser piel de niño flexible
y sonrosada.
Anónimo

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