Cierto día…, el viento sopló, sopló y sopló tan fuerte que hasta las
semillas de los árboles salieron volando a diferentes partes.
Por ejemplo, algunas sirvieron de alimentos a las aves, otras en cambio
fueron a parar a tierra mojada. Pero hubo una en especial que
sobrevivió al abundante calor, agua y hasta extraños seres que querían
hacerle daño, ya que después de treinta días se asomó un tallo corto con
una pequeñísima hoja de color verde. Así pasaron dos meses más hasta
que se llegó a ver una planta de medio metro.
Como era pequeña y recién llegada en el jardín de doña Marta, esta señora le echaba poco agua y a veces nada.
Ella prefería regar a los árboles más grandes. Incluso a sus amigas y
familiares les mostraba con orgullo todos los árboles menos al más
pequeño, que dicho sea de paso se demoraba en crecer.
Con tanto y tanto maltrato por parte de doña Marta , las hojas de
nuestro pequeño árbol se iban secando y cayendo, hasta que un día no
pudo más y se seco completamente. Luego fue sacado y tirado a la basura
por doña Marta.
Fin
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